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sábado, 26 de octubre de 2013

Per-versos Dehesarios (revisited) LO QUE SÉ DE JUANSE CHACÓN

Foto: L. R. Llagostera
por Julián Portillo Barrios
http://blogs.hoy.es/aullido/

 Resulta difícil hablar o escribir sobre Juanse Chacón, teniendo en cuenta que además de  ser coautor de este volumen, es también uno de mis amigos más queridos.

 Desde la primera adolescencia hemos ido compartiendo lecturas, sueños, viajes, confidencias. Los libros de mi madre y los de su hermano, la ilusión por vivir de una forma plena e irreverente, un viejo Seat Panda como máxima garantía de confort, atardeceres sin luna en los litorales más sórdidos de la poesía infame…

  Juntos, hemos sucumbido a la vida errática del vago, al romanticismo anacrónico de quienes persiguen las cosas bellas, nos hemos ido metiendo poco a poco en el nicho este de la literatura, y me temo, que una vez dentro, de aquí no se sale ni a ostias.

 Así que sin retorno, sin posibilidad alguna de hacer un interruptus, ya no nos queda otra que sentarnos a ver venir los torpedos del infortunio, o tal vez con suerte –con mucha, muchísima suerte- acertar con ese algo que hace que se fijen en uno, de entre toda esa cantidad de poetas por metro cuadrado que habita en los lugares más insospechados de la cultura.

 Como podrán suponer, los versos de Juanse no me son ajenos. Conocí algunos de los poemas de esta antología cuando aun eran bosquejos, reflexiones compartidas, o pequeños epigramas escritos a vuela pluma en cuadernos indeterminados. Los he visto afilarse, crecer con el tiempo, expandirse o contraerse hasta tomar su forma definitiva. Los he visto brotar de la emoción más pura y vívida del poeta, y tal vez sea por esto, que un análisis formal de los mismos, me resulte tan frívolo como innecesario.

 Sí diré, que si uno de los principales atributos de la poesía de Juanse, es sin duda la ternura que derrama, la gran afección que consigue trasmitir con cada verso - cosa que en seguida podréis notar aquellos que os adentréis en las páginas correspondientes del libro-, no en menor medida, lo es también el componente “mágico” que le otorga. La convicción que se traduce en los versos del autor, de que ésta, la poesía, forma parte de un estadio superior de la existencia, y entregarse a su actividad, suponga una especia de culto a un ente gramatical que lo protegiera frente al dolor inaceptable, frente a la sucesión rutilante de los días:

“No le hace falta el agujón al escorpión

el cuello a la jirafa

la venganza al perro lastimado.

He dicho que no hace falta moverse de aquí

para saber que detrás de la luna

habrá una leyenda inexplicable”. 1


Ó en este otro:


“La poesía, grandiosa alabanza a la vida

 no se deja llevar por fanáticos ciegos de espíritu,

 viene resonando desde siglos atrás

 aunque la callen, mancillen e ignoren.

Persistirá el poeta en su vital periplo

 y ella reaparecerá dónde menos la esperen.” 2

 Es alrededor de estas cuestiones cuando los versos muestran su mayor grado de rotundidad y precisión. El rechazo a la realidad inmediata se hace más brusco y evidente, hasta tornarse casi en desafío, en una amenazante pataleta impúdica:  


“Sobreviví a los ataques de pánico

a los cadáveres peinados con la raya el medio

a las escaleras siniestras del narcotráfico de carne

y aunque ya todo lo cubre el futuro

siempre te despido sabiendo

que puede ser lo último que haga.”3


 Otro de los aspectos de la poesía de Juanse que no escapa a mi atención, es la suave musicalidad que logra en las estrofas, bien mediante la sonoridad de las palabras finales, o bien pareciera que bajo la apariencia del verso libre, se ocultan medidos, versos blancos irregulares.
  
 Pero dejando a un lado los aspectos formales, y para terminar, les confesaré que el poema que yo no me canso de leer y releer, el que a mi más me gusta escucharle de viva voz, porque Juan Sebastián, además, es un gran declamador, es el que ha titulado como “Amelia”. Quizás no sea el mejor, ni el más logrado, pero es el que a mí remueve los adentros, seguramente porque la mistad que le profeso, se antepone con mucho a cualquier criterio objetivo. Disfruten de su lectura, y espero sepan captar, aunque sea una pequeña parte, de la gran emoción con la que fueron concebidos estos versos.

AMELIA4 
Ella miraba todas mis costuras

me levantaba el cuello de la camisa

y en un pañuelo la lágrima empapaba la seda.

Yo jugaba esquinado en la cocina

atento al movimiento de cuerdas del patio

mientras ella cocinaba en su mundo de canciones

y yo ingeniaba diversas piruetas.



En la noche más oscura llegó la tristeza

se le empañaron las gafas

y se despidió a su manera

como se despiden las aves que no van a volver

como el sonido de barcos y trenes

que no llevan recorrido de vuelta.



A partir de ese momento

la casa sin alma

el andar por andar buscando nada

los besos que nunca serán los de mi madre.

Han pasado ocho años y sigo igual de perdido

no me estremece nadie

y quisiera al menos llorar.



Muchos lunes empiezo de nuevo

pero el martes doblo la cabeza

y los miércoles sólo sabe Dios donde me meto.

Juré infinitas veces cambiar

entré en iglesias por su silencio

enfrente de los madres me suicidé

y ahora en este bar estoy pensando

que me tenía que haber ido con ella

donde naufragan todos esos barcos

donde se pierden todos los trenes

y donde quizás los dos

volvamos a aquella cocina.
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  1. Extracto del poema “Hasta pronto” pág. 44-45
  2. Extracto del poema “Vital periplo” pág.
  3. Extracto del poema “Hasta pronto” pág. 44-45
  4. “Amelia” pág. 37.

1 comentario:

  1. Asiento con todo mi hermano silencio...las gafas del alma se empañan al vivirme en los versos ajenos del que yo llamo con cariño salvajito...acabo de descubrirte, Juanse...gracias Julián por ofrecerme así a mi hermano, a mi madre, a mí mismo...

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