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Foto: L. Rodríguez LLogostera |
por Julián Portillo Barrios
Pretender añadir palabras a un mensaje
contenido, y por lo tanto delimitado en los versos de un autor, es, a mi
juicio, una tarea ingrata y completamente prescindible. Pero si en ocasiones
esas palabras, escritas por terceros, sirven como vehículo conductor para
llevar a otros hasta estos versos… tal vez mi juicio sea tan irrelevante como
mi figura, y más me valiera a veces metérmelo por donde soplan los intestinos.
El caso es que he estado releyendo a
Silvia O. Delgado, que es quien se esconde tras el criptograma de Tiempo Abstracto, y he descubierto
en estos versos que ya conocía de antiguo, a una poeta nueva. Tal vez en mi
primera lectura me quedé con lo más obvio y quizás también lo más deslumbrante
de los textos, que son las metáforas desgarradoras –Guadañas laborales son el péndulo / de los días momificados1- que se
encuentran afiladas y en profusión en
todo el conjunto; el clima lóbrego –No
entra luz en los cuartos de interior2 – o el profundo desengaño patente ante el acto
mismo de escribir, que resulta incluso osado en su precocidad, sobre todo
teniendo en cuenta que Silva aún cagaba pañales cuando Kurt Cobain se voló la
cabeza allá por los primeros 90’.
Júzguenlo ustedes mismos
“¡Como no comprender que persigas
suicidios agusanados
tras cada implosión de tu ego…!”3
Ó por esto otro:
”…repasamos los
pespuntes inacabados
de aquellas palabras
desgranadas
en las noches de
lunas cortantes…
Ya no es posible
definir nuestros anhelos” 4
Después, en la modorra de una lectura más
sosegada, van apareciendo los matices, las palabras, los adjetivos cobran un
cariz y un sentido más precisos. Se transluce al fondo, como una música distante,
el alma velada, el paisaje interior del poeta. De esta forma se evidencian las voluntades,
el afán de explorar la infancia a través de los versos en un intento por
recuperar la emoción, la pureza perdida –esos
manantiales de suspiros / que Peter Pan nos legó5- la
saliva, las caricias de los ausentes que danzan por los pasillos de la
inconsciencia.
En fin, intenten no leerla con la severidad
del iniciado, y les aseguro, disfrutarán de unos versos que estoy convencido de
que no fueron escritos para ustedes ni para nadie, si no en la más pura
intimidad del poeta, en un acto de conciliación consigo mismo.
VERBALIDADES6
Deambular por calles
que inventamos en
cada parpadeo
buscando ese bar que
te haga
creer que existe un
hogar
más intimo que el
mundo.
Sentarte y escribir
que a ti
también te duele
respirar
que se han sofocado
tus pies
por tanto sentir
entre papeles que siguen
siendo sustentos
platónicos para el alma.
Rascar tu esencia
cuando la tinta
se emborrona y las
palabras luchan
por ser tus
sentimientos primeros
mientras el bolígrafo
que ya no escribe
se ríe de su propio
funeral.
Rogar que llegue esa
mosca que te haga
contar hasta mil para
olvidar que nuestros
fantasmas se
divierten jugando al escondite
entre el tiempo que
nos falta
y las palabras que
aprendimos a callar.
Partir la gafas,
bañar a una vela,
quemar estas páginas
y astillar la silla
con patadas mudas, pueden ser también formas
de buscar a Dios,
cuando el cielo
ya nos ha partido las
cabezas.
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- Del poema “Días” pág. 31.
- Del poema “Desvelos” pág. 26.
- Del poema “Días” pág. 31.
- Del poema “Ya” pág. 29.
- Del poema “Días” pág. 31.
- “Verbalidades” pág. 27.
Me gustan tanto¡¡¡¡¡¡ y los poemas de Silvia los encentro tan llenos de ...... ella, para quien la conozca verán en su poesia a ella misma y a quien no tenga ese placer podrán imaginarla a traves de su poesia..... es maravillosa
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